viernes, 22 de agosto de 2008

Segundo Dia en Chile, simplemente alucinante







Hola compañeros, un saludo desde Chile. En el segundo día de viaje hemos paseado por el centro, o eso creo porque Santiago es inmenso, inmenso, inmenso. El barrio de Bellavista es muy bonito, allá tenia Pablo Neruda una casita que creo que es preciosa, según me cuentan porque aún no hemos podido pasar, pero como hay tiempo, ya lo intentaremos nuevamente. Como podéis ver acá los carabineros no son rojos, fueron muy amables al dejarme hacer la foto, como os decía en el otro post acá la gente es encantadora y educadísima. También os dejo una foto de los Andes, que son impresionantes y unas fotos nocturnas en una fuente muy bonita.Paseando encontramos un restaurante que en la puerta tenía una tablilla con parte del menú, me llamo la atención un plato en concreto: "berengenas gratinadas" y nos decidimos a pasar y joder, tipical hispanis. Comimos de lujo, además nos dijeron que allí hacían actuaciones en directo de flamenco, era un tablao. No hubo mucho más, después de cenar unas copas y a la cama. Este fin de semana creo que iremos a ver el Pacífico y unas casas que por aquella zona tenía Pablo Neruda. Haber que pasa. Un saludo desde Chile.

jueves, 21 de agosto de 2008

Al Otro Lado Del Mundo









A las siete treinta de la tarde del martes 19 de agosto de 2008 ingresaba en la terminal T4 del aeropuerto Madrid-Barajas, las gentes deambulaban por los largos pasillos a la espera de la salida de su avión. Yo sin mucho que hacer me dediqué a fisgonear en las tiendas de dutyfree a la caza y captura de alguna ganga, que por supuesto, no llegó. También leía a ratos o paseaba. Había que hacer tiempo hasta la salida del avión. La espera no se me hizo muy larga pues conocí a dos chicos y una chica argentina, bastante enrollados, que se lo estaban pasando pipa con su guitarra y sus risas, buena gente eran estos chicos. Llegó la hora de subir al avión, y un montón de mariposas comenzaron a revolotear en mi estómago. Parecía como si hasta ese momento no me hubiera dado cuenta de lo que estaba a punto de hacer, pero en fin, después de varios cafés y algunos gintonics que me sentaron de lujo para después poder dormir, subimos al avión. La decisión que había tomado días atrás, ya no tenia retorno, a las 00:50 y con media hora de retraso el vuelo de Iberia 6831 con destino Santiago de Chile, iniciaba las maniobras de despegue, en breves momentos, nos decía el capitán por megafonía, alcanzaremos la altura de crucero y se les servirá la cena. Joder con la cena, menuda mierda, vamos igualita a las que nosotros hacemos allí, con su jamón y lomo ibéricos, sus buenos filetes de ternera ternecita que se deshace en la boca y que el señor Pp Cañizares adereza, o esos gambones al ajillo que Jose nos prepara de lujo o mismamente gambones a la plancha que para eso estoy yo. Pero en fin, que como había hambre, me la pase toda por la turmix y listo, después un cafelito y a dormir. Entre tanto conoci a mi compañero de asiento, un buen tipo malagueño con el cual estuve hablando largo rato, hasta que nos quedamos fritos como dos pescadillas. Después de catorce horas de vuelo, un dolor de cuello y de piernas impresionante, se podía divisar desde la ventanilla del avión las primeras estribaciones de los Andes, y no os podéis imaginar, algo espectacular. A las 8:10 de la mañana hora local de Santiago de Chile el avión se quedaba completamente quieto, después de varios virages "acongojantes" por no decir otra cosa tuvimos un aterrizaje muy divertido, parece ser costumbre que siempre que se toma tierra las gentes de estos países, pasajeros en los vuelos, aplauden. Fue una experiencia de lo mas divertida. Por fin estaba en Chile. Después de un periplo de unos tres cuartos de hora atravesando aduanas y controles, recogí mi maleta y salí a la calle donde me esperaban. Cogimos un taxi y nos dirigimos a un pequeño departamento muy coqueto y lindo, ya estábamos en casa, pero la cosa no quedo allí. Cuando me decido a deshacer la maleta me doy cuenta que ¡no es la mía!, era de un señor italiano, jajajajajajajajajajajajajajaj. Entre las risas y el nerviosismo, nos volvimos de nuevo al aeropuerto, donde nos atendieron amabilísimamente, porque he de decir que la gente de aquí es encantadora, supereducada y decidida a echarte una mano, cosa que percibí nada más abandonar la terminal de llegadas del aeropuerto y salir a las zonas comunes. Aproximadamente en una media hora tenia mi maleta, esta vez la buena. Después de esto un pequeño tentempié y listo para salir a conocer un poquito de Santiago que es espectacular y supergrande, ya veréis las fotos desde el cerro de San Cristobal. Una ciudad limpia y cuidada, y en la que por unos momentos me sentí como en casa y ya veréis por que lo digo en alguna foto, pues caminando caminando nos topamos de lleno con una estatua ecuestre, jajajajajajajajajajajajaj y no os podéis imaginar quien estaba allí, delante de mis ojos, Un señor llamado El Adelantado en los tiempos de la conquista de América, exactamente igual a la que existe en Almagro, fueron unos momentos de risas y para mi nostálgicos, algo maravilloso. En fin conocimos parte de Santiago de Chile, y hoy haremos mas cosas de las cuales os daré mas detalles en otro momento. Por cierto, camino de vuelta al aeropuerto a devolver y recoger mi maleta, nos montamos en un taxi friky que no os podéis imaginar, bueno si, os daré referencias para que os hagáis una idea, imaginaros al gorrilla enano de gafas de sol tan grandes como su cara que pulula por Almagro y que siempre pide tabaco, bueno, pues igual aunque dos palmos mas alto. El tio iba conduciendo hablando con nosotros con la mano derecha apollada en el reposa cabezas de su asiento, de cara nuestra, y sin mirar al frente, no tubinos mas remedio que llamarle un poco al orden hasta que definitivamente nos paramos y cogimos otro. Alucinante.






lunes, 18 de agosto de 2008

La pantalla de los sueños

Asi comienza la historia...

No recuerdo cual fue la primera vez que vi nevar, lo que si recuerdo es que aquel año, por Febrero, en la noche cayó una extraordinaria nevada que llego a cubrir el suelo bastantes centímetros, tantos que para pasar a algunas casas había que hacer un pasillo en la nieve. Aquel carnaval fue extraordinario. Durante tres día los chicos y chicas del pueblo estuvimos exentos de ir a clase, y lo pasábamos bomba jugando a hacer muñecos de nieve y tirandonos bolas. Las calles y los campos eran un clamor vestidos con tanta pureza. Micaela estaba allí, sentada en aquel frío banco y mirando absorbida por la belleza del paisaje. La belleza de tal cuadro musitaba en ella la misma belleza. Hoy, me ha recordado aquella mirada, y tal como si fuera aquel Febrero se encontraba con la mirada absorta y melancólica, sentada en el mismo banco y probablemente en el mismo sitio. Estaba empezando a nevar y la blancura de los copos se deslizaban como lágrimas en sus pálidas mejillas. No jugábamos, no, hablábamos de los dimes y diretes de la vida social de la localidad. Pero ella no participaba. Su mirada imaginaba otros lugares distantes y no conocidos para ella. Micaela era así. Cuando los demás dábamos rienda suelta a nuestra verborrea, ella se empeñaba en soñar despierta. Esa faceta suya era la que más me atraía. Graciosa, alegre, divertida... Era divina. Sus grandes ojos negros brillaban como las estrellas en una noche despejada, y sus jugosos labios entreabiertos dejaban ver sus blancos dientes, más incluso que los copos que empezaban a caer. Y como si de un embrujo se tratara, absorbió también mi mirada, dejando a un lado la conversación y dedicándome exclusivamente a observar aquel contraste. Pero el tiempo no daba para más, la nevada se hacía más intensa y todos tuvimos que dejar el lugar para irnos a casa, y volver a reunirnos más tarde en el mismo sitio de siempre, El Espejo, un bar céntrico en el cual se reunían todos los jóvenes del lugar.

El Espejo era un lugar amplio en el que sus paredes asalmonadas estaban dominadas por exquisitos cuadros que asemejaban a Picasso unos y a Dalí, otros. En el centro había cuatro mesas con cuatro sillas cada una. A un lado de la puerta de entrada había una máquina de pimball en la que solíamos pasar grandes ratos, retándonos unos a otros, y a otro lado una máquina de videojuego a la que nunca se le prestaba atención. Pero lo que más destacaba dentro del local no era ni su situación, ni sus cuadros, ni su color, ni siquiera la colocación extraordinaria que había en el botellero; era un gran espejo situado en la pared del fondo, de ahí su nombre. Ese espejo daba pie a lo que tanto gustaba a Micaela, soñar despierta. Debajo del espejo había otra mesa con seis sillas, y era nuestro rincón preferido. Esa mesa tenía la particularidad de que cuando nos sentábamos a jugar la partida de cartas, siempre perdía el que se sentaba debajo del espejo...

Como ves hermano mío, de nuevo busco en mi soledad los recuerdos, ya perdidos de tiempos pasados. Aquellos recuerdos de infancia que unieron nuestras vidas, y que hoy no son sino fugaces fantasmas que anidan en mi mente. El tiempo, poderoso caballero va borrando con su paso la memoria, y a veces no logras recordar sino pequeños detalles con los que intentas reconstruir el pasado. Recuerdo que como la nieve, la lluvia reapareció después de tanto tiempo. Los dos salimos al campo corriendo, cogidos de la mano. Tu me arrastrabas por tus ansias de libertad. Mis pequeñas piernas no abarcaban tus largos pasos. La lluvia rozaba nuestras caras y nuestras ropas parecían resistirse a ser mojadas. Al volver a casa, sobre la mesa, no había sino dos platos vacíos y un pedazo de pan a cada lado. El fuego ardía con fuerza e iluminaba la estancia, triste y acogedora a la vez. La pálida luz recordaba a la noche en que Dios quiso llamar a papa su seno. Los dos nos miramos, y sin mediar palabra nos fuimos a la cama.

A la mañana siguiente, todo seguía igual. Los platos y el pan sobre la mesa, y como único cambio, las llamas habían dado paso a la incandescencia rojiza de unas ascuas que se resistían a morir hechas ceniza.

El sol volvió a lucir a lo lejos, sobre los montes ocres. La mañana prometía calma. En el silencio decidí escribir aquellas palabras hoy perdidas en amarillentos folios, que en estos momentos resuenan en mi mente como un eco inacabado:

En la estancia del recuerdo

tengo un pedazo de Oro,

que quiero sinceramente

porque en su vientre he vivido.

Tu eres madre en mis fracasos

y eres vida en mi cansancio,

siempre atento a tus caricias,

aunque creas que lo he olvidado.

Hoy, mi querido y lejano hermano, he vuelto a recordar la lluvia, las ocres hojas caídas con la llegada del otoño, los tímidos rayos de sol, que entre las ramas denudas de los árboles se habrían camino hacia la tierra húmeda, de la cual se desprendía ese delicioso olor a vida.

Por la senda buscábamos la orilla del río que serpenteaba desde lo alto del monte para perderse de nuevo en la lejana espesura de un bosque que sin haber pisado nos resultaba conocido. La música volvía a surgir de su lecho como un clamor. Al llegar al río de nuevo con vida, intentábamos coger al agua indómita, y sentíamos como se nos escapaba entre los dedos.

Hoy los árboles han dado paso a los inmensos edificios y el río se tiño de negro asfalto, por donde rugen animales que desprenden su olor a petróleo. La belleza virgen de los fértiles campos, han dado paso al profano y estéril trasiego de la ciudad, claustrofóbica y vertiginosa donde las personas no somos sino máquinas andantes y atónitas, capaces de convertir la vida en sufrimiento y el amor en el odio más despiadado y cruel que nos convierte en animales fieros incapaces de razonar el más mínimo pensamiento. El egoísmo de la vida da paso a la muerte en un bello aunque macabro cuadro, lleno de una plástica casi perfecta.

¿No es cierto Cío que la distancia que nos separa no es sólo física, sino la falta de una conversación cariñosa, o el susurro de una palabra en el momento preciso?. No es necesario que te contestes la pregunta. Quizá los dos tengamos puntos de vista tan distintos que nunca llegaríamos a entendernos. Además creo que la palabra no solo sale de la boca y es escuchada por el oido. El corazón, a veces, también habla y quizá tú no has sabido darte cuenta. No te culpo, porque probablemente sea muy difícil de sentir, a mi también me pasa. Y quiero que sepas que no hay nada de lo que debas sentirte culpable, yo te quiero como eres.

Probablemente cuando leas esto, todo se haya consumado y no quede sino el eco de las palabras, palabras que a veces debes llevar hasta el final, aunque el cansancio que producen en mi alma sea tan grande y profundo, que el dolor que siento no me deje hacer otra cosa sino lo que pienso. No quisiera que recriminases mi decisión. Déjala pasar, sin descuidarme y quizá sentirás el cambio.

No recuerdo haberte dicho que Dios no existe. Si es cierto que mis ideas cambiaron a raíz de aquel incidente de papá. No es que haya dejado de creer en El, no, aunque a veces mis razonamientos den la impresión de negar su existencia. Si puedo afirmar que esa idea va cambiando poco a poco, influenciada a veces por los argumentos filosóficos ateo o gnósticos, que hacen mella en mí. Pero quiero que sepas que los iré amoldando y creando mi propio argumento. Me viene a la mente unas palabras que quizá no explique mucho mi postura, pero que pueden aclararte algo:

En Dios pienso porque vivo,

pensando que muero en .

En pienso que duermo,

durmiendo para existir.

si existir es pensar en ,

por existo pensando.

Dios y el hombre son dos entidades que van íntimamente relacionadas entre sí, pero una cosa es clara: Dios necesita del hombre para existir, ya que si cambiamos los términos no esta del todo demostrado que sea cierto. La premisa: Dios existe porque existe, nos la han enseñado a todos; pero cada uno debemos moldearla de forma que el Dios bíblico sea un Dios personal, cosa que el dogma niega. Ese Dios personal es el que hace que podamos invertir los términos de la primera premisa. Ahora, el hombre necesita de Dios, para existir, pero necesita ese hombre concreto, porque Dios vive en ese pensamiento y no en otro distinto. Dios existe en tanto que el hombre es hombre y no en cuanto que Dios es Dios. Si pensamos fríamente, Dios existe porque el hombre lo Piensa. Sin el hombre Dios no tendría existencia sino la suya propia y, ... ¿qué o quién es Dios?